Los implantes dentales constituyen un verdadero hito en la historia de la Odontología. Luego de su introducción, hace más de 30 años, millones de personas han podido beneficiarse con una calidad de prótesis que hasta entonces era impensada. Los implantes de titanio permitieron a desdentados de todo el mundo la posibilidad de volver a tener dientes fijos que no necesitan de ganchos o productos adhesivos. Es así como la rigurosa investigación científica y las técnicas cada vez más perfeccionadas, han hecho de la implantología un procedimiento sencillo, predecible y seguro.
Los continuos avances de la ciencia y la tecnología se trasladan también a esta maravillosa rama odontológica, redefiniendo constantemente sus alcances. Hoy en día es posible extraer una pieza dentaria y en el mismo acto colocar el implante e incluso instalar simultáneamente la corona, aplicando los principios de la carga inmediata. Las técnicas y el diagnóstico por imagen mejoran incesantemente permitiendo reducir al mínimo el trauma quirúrgico; poner un implante sin siquiera usar un bisturí o una sutura ya es una realidad. La creencia de que los implantes son dolorosos ya no tiene sustento.
La falta de hueso suficiente en los maxilares para recibir a los implantes era un factor excluyente en el pasado. Actualmente la ciencia provee de novedosas herramientas para la regeneración ósea. El desarrollo de materiales biocompatibles para compensar estas deficiencias e incluso el uso de injertos autólogos (se toma hueso del mismo paciente y se lleva a las áreas afectadas) hacen posible superar estas limitaciones. Ha surgido además un nuevo concepto de anclaje cigomático que permite colocar implantes de manera poco invasiva en aquellos que por distintas razones (cirugías oncológicas, anomalías congénitas o traumatismos faciales) presentan importantes defectos en el maxilar superior.
En conclusión puede decirse que la nueva implantología ha llegado para hacer más extensivos los grandes beneficios que proporciona en la salud oral de la población.